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Johann Heinrich Pestalozzi en Yverdon 1804-1825
El monumento a Pestalozzi
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-¿Quién eres tú, el hombre transformado en estatua en nuestra plaza y que miras pasar cada día a la gente de Yverdon? -
- Me llamo Juan Enrique Pestalozzi. Nací en Zurich el 12 de enero de 1746. Ahí transcurrió mi infancia y mi juventud. Después con mi mujer hemos vivido en el campo en Birr, Argovia. Nuestra casa se llamaba el
Neuhof (la nueva granja) y ya ahí, traté de ayudar a los niños abandonados y mendigos. Luego escribí numerosos libros, artículos en los periódicos, porque deseaba que la vida de los pobres, de los niños, de
la gente del campo, no fuera tan miserable. También viví seis meses en Stans, en el cantón de Nidwalden donde me ocupé de niños huérfanos de guerra que lo habían perdido todo. A continuación en Burgdorf, en el
cantón de Berna, me hice maestro de escuela y durante cuatro años enseñé como aquí en Yverdon.
¿Cuándo y por qué viniste a Yverdon?
- Vine a Yverdon en 1804 para educar e instruir a los niños. Fueron las autoridades de la ciudad las que me invitaron y ofrecieron el castillo donde creé un instituto de educación. Debéis saber que en aquella época
la escuela era bien diferente de la de hoy. Los niños pobres no disponían de medios para instruirse, debían trabajar desde muy jóvenes y mismo mendigar a lo largo del camino. Los que iban al colegio debían aprender
todo de memoria y a menudo sin comprender nada.
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¿Qué pasaba en el castillo?
- Acogía niños de 7 a 15 afíos. Asistían al colegio, comían, dormían y jugaban. Venían de Yverdon, de Lausana, de Suiza Alemana, de Alemania, de Francia, de Inglaterra, de Italia y de España. Residían en el
instituto varios años frecuentemente sin ver a sus padres. Han sido muchos, hasta 150 a la vez. Había varias clases. También, tenía numerosos colaboradores venidos de Suiza y del extranjero que se interesaban a mi manera de enseñar. Éramos como una gran familia.
¿ Cómo era tu colegio?
- Deseaba que el colegio cambiase y que las lecciones fuesen interesantes. En el instituto del castillo, los niños aprendían la naturaleza en el propio terreno y la geografía en el campo. Dábamos grandes paseos en el bosque y al campo para observar los árboles, los cultivos y los animales. Al atardecer, si hacía buen tiempo, admirábamos la puesta del sol y por la noche contábamos las estrellas en el cielo. Los alumnos también aprendían las matemáticas y el cálculo oral, el francés, el alemán, la música, el canto y el dibujo, y también practicaban gimnasia.
Quería que pudieran elegir una profesión según sus deseos, con el fin de que fueran felices y útiles una vez adultos. Y es así que a veces acudíamos a visitar a los artesanos de la ciudad a fin de conocer los oficios.
¿Por qué hay también una niña pequeña al lado del niño en la estatua?
- En mi época la enseñanza de las niñas estaba muy desatendida. En 1806, creé junto al ayuntamiento, un instituto femenino en el que ellas recibían la misma instrucción que los chicos. No obstante las preparábamos también para que más tarde fueran madres de familia atentas o buenas maestras infantiles.
¿En tus tiempos se ocupaban de los niños que tenían dificultades?
- Desgraciadamente no. Estos niños eran la mayoría de las veces dejados en la ignorancia y el abandono. Yo traté en el castillo de educar personalmente a dos niños sordomudos. Después, con uno de mis colaboradores, Juan-Conrado (Joann-Conrad) Naef, venido de Zurich, juntos fundamos en 1813 un instituto especializado para niños sordomudos. Era el primero de Suiza. Se encontraba en una casa de la "Rue de la Plaine" (Calle de la Planicie).
¿Porqué hay una casa Pestalozzi en Clendy?
- En 1818, deseé de nuevo abrir una cuarta casa. La escuela de pobres en Clendy donde acogí chicos y chicas. Mi intención era formarlos como maestros y maestras a fin de que enseñasen en las escuelas de los pueblos. Esta experiencia no duró más de un año y estos alumnos se incorporaron a los del castillo.
¿Tenías muchos amigos?
- Sí, tenía muchos en Yverdon, en Suiza y en casi todos los países de Europa y mismo hasta en América. Numerosos visitantes venían al castillo para observar nuestra manera de trabajar. Se asombraban al ver a todos estos alumnos de idiomas, orígenes, caracteres, religiones y edades diferentes, vivir en buena armonía y en mutuo respeto.
¿Sabían divertirse de vez en cuando en el castillo?
- Sí, yo tenía mucho interés en celebrar los cumpleaños, las fiestas de la primavera y de verano. Esos días, nos íbamos en una gran barca de paseo por el lago, cantando las canciones aprendidas en clase. Muchos alumnos también tocaban la flauta, el violín o la guitarra. Festejábamos Navidad con un gran abeto decorado como mi mujer había aprendido a hacerlo en Zurich. En Año Nuevo organizábamos un gran baile en todo el castillo, al que las señoritas del instituto femenino y la población de Yverdon estaban invitadas.
¿Es qué tu mujer pudo ayudarte?
- Me casé con Ana (Anna) SchuIthess en 1769. Era una mujer inteligente y de buen corazón. Me apoyó en la mayoría de mis actividades. En el castillo de Yverdon se ocupaba de los párvulos y de nuestro nieto Gottlieb. Por desgracia murió en 1815; su tumba está en el cementerio de Yverdon.
¿Así pues, tú también tuviste hijos?
- Tuvimos un solo hijo, Jacobli, que era frágil de salud y que murió joven. No obstante se casó y tuvo un hijo Gottlieb que vivía en el castillo con nosotros.
¿Cuánto tiempo te quedaste en Yverdon?
- Mis actividades en Yverdon duraron 20 años. En 1825 a la edad de 79 años, cansado, regresé a mi casa de Neuhof en Birr en Argovia. Fallecí el 17 de febrero de 1827.
¿Hace mucho tiempo qué está en esta Plaza?
- Mi estatua fue erigida sobre esta plaza en 1890. Fue uno de mis antiguos alumnos del castillo Rogelio (Roger) de Guimps, quien obró durante muchos años para que yo no fuese olvidado en Yverdon, Este monumento fue realizado por el escultor bernés Carlos Alfredo Lanz, que vivía en París.
¿Por qué tu nombre es conocido en el mundo entero?
- Es verdad, mi nombre es conocido de Rusia a Brasil, de Méjico al Japón. Consagré toda mi vida a los niños. Mi sueño era poder ofrecer a todos la posibilidad de ser instruidos e independientes, de unir la escuela a la vida y de hacer de la escuela una gran familia. Ese sueño ha sido en parte realizado. Y las palabras gravadas sobre el pedestal del
monumento resumen mi obra:
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"Viví yo mismo como un mendigo
para enseñar a los mendigos
a vivir como los hombres".
Pestalozzi
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Salvador de los pobres en Neuhof
Padre de los huérfanos en Stans
Fundador de la escuela de Burgdorf
Educador de la humanidad en Yverdon
Todo para los otros, para él ... nada
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Fuente:
Folleto del centro de investigación y documentación Pestalozzi Yverdon
Página WEB: CENTRE DE DOCUMENTATION ET DE RECHERCHE PESTALOZZI YVERDON
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